jueves, 26 de julio de 2018

Aún no es tiempo de nabos...

La mojiganga sigue pletórica de sorpresas, pero "cada cosa a su tiempo y los nabos en adviento" como dice un sabio refrán español.
El tiempo de los nabos llegará a principios de diciembre, justo en el adviento. Entonces, se verá cuáles de los estallidos de la mojiganga fueron sólo petardos de ocasión y cuáles empezarán a ser propósitos para ser cumplidos con buenas o malas artes.

Hay que advertir, por más que parezca obvio, que la mojiganga cumple también el propósito de distraer, entretener, aligerar el ánimo, apartar el juicio ajeno de lo verdaderamente importante, de forma que el taumaturgo pueda fabricar sus pretendidos prodigios a salvo de miradas impertinentes y de la severa fiscalización del público. Este, el público, debe disfrutar el entretiempo, dejarse arrastrar por el encanto de las ridículas presentaciones, reír, abrir lleno de asombro la boca, apuntar con el dedo índice los detalles ingeniosos o chuscos de los disfraces, embelesarse con las parodias, enojarse con los fingidos villanos...

¿Está, mientras tanto, el taumaturgo haciendo su minuciosa tarea en lo secreto? No se sabe. Hay días, ¡ay!, en que sospecho que el taumaturgo es inhábil en su oficio y tal vez confunde las propias distracciones que lanza al aire con la sustancia de su tarea. Si así fuese, todos lo lamentaremos, empezando por él. Esa clase de ineptos taumaturgos suelen proclamar, orondos, que "gobernar es comunicar" y se acomodan en la poltrona de los petardos falsamente informativos creyendo, insensatos, que basta con tener al respetable público entretenido, encantado con las cortinas de humo, hipnotizado con los relámpagos pintados torpemente en el proscenio y aturdido con los tronidos que los utileros producen golpeando tambores de madera...El encantamiento es efímero y muy pronto el público se impacienta y recuerda las urgencias prosaicas y cotidianas, la realidad de a de veras. La vida fuera del escenario. 

Y entonces: "Se acabó, el sol nos dice que llegó el final, por una noche se olvidó que cada uno es cada cual" (Serrat). Llega el tiempo de los nabos, coincidiendo, ¡qué cosas!, con el adviento y ahí nos veremos las caras.

Sí, ahí veremos si la escasez fue derogada (imposible, lo sabemos desde siempre). Ahí veremos si las amenazas de reducciones de sueldos, de desplazamientos inopinados, de airados despidos, son ciertas o sólo fueron "globos de sonda", "habladas", baladronadas...Ahí veremos si, mientras nos entreteníamos con el inventario de asuntos ridículos que exhibió la mojiganga, el taumaturgo, el autor, el protagonista, hizo la tarea y confeccionó -con buenas o malas artes, con inteligencia o con pura emoción-, algo real más allá de las fantasías.

"Cada cosa a su tiempo, y los nabos en adviento".


 

2 comentarios:

  1. ¡Comen ansias los necios! Todo ocurre a destiempo y lo que debería ocurrir se pospone, para mejores tiempos

    ResponderEliminar
  2. ¡Comen ansias los necios! Todo ocurre a destiempo y lo que debería ocurrir se pospone, para mejores tiempos

    ResponderEliminar