Los dichos y gestos del belicoso profesor Humberto Moreira han provocado divertidos análisis de parte de sendos especialistas en los usos y los abusos de la lengua española.
Que el presidente de un partido político, como es el caso de Moreira (quien estudió para profesor de educación primaria en la benemérita Escuela Normal de Coahuila), despierte un vivo interés en investigadores de la valía de Guillermo Sheridan y del enigmático Gil Gamés resulta por sí sola una noticia sorprendente.
El primero, Sheridan, confeccionó un hilarante análisis lingüístico acerca de la inopinada alegoría que usó Moreira en días recientes. La alegoría consistió en invocar la perturbadora visión de una sábana blanca con puntos negros que un torpe e hipotético conductor obtendría a través del espejo retrovisor de su automóvil. Tal alegoría, como escribió Sheridan, habría ganado el premio mundial como la más confusa de todas las alegorías confusas que la historia registra. Se supone, a la vez, que tal alegoría indescifrable describe – según el dicho del profesor Moreira- a los gobiernos federales “de derecha” que México ha tenido de diciembre de 2000 a la fecha.
Es tan enrevesada la alegoría que en un diálogo inventado por Sheridan uno de los personajes ficticios, deslumbrado por la retórica del flamante presidente del PRI, conjetura algo así: ¿se tratará acaso de que el conductor ha visto por el espejo retrovisor a un miembro del Kukuxklán cubierto por una sábana blanca que contrasta con los dos puntos negros que podrían ser los ojos del perturbado racista?
Por su parte, el siempre reflexivo Gil Gamés cavila, en su “amplísimo estudio”, acerca de los métodos audiovisuales a los que tan afecto parece el profesor Moreira quien, cuando dice que sostiene algo, de veras lo sostiene en un sentido físico y literal. Es por ello que Moreira, para ilustrar a los desprevenidos mexicanos acerca de las penurias que sufrimos en materia de bienestar, sostiene un cartón de huevos que muestra sonriente a reporteros y fotógrafos.
Moreira pretende que tales penurias, si las hay, son causadas por los gobiernos de Fox y de Calderón. Antes de ello, en los tiempos del PRI, “dichosos tiempos que los antiguos llamaban dorados” (podría haber dicho el profesor copiando, mal, al Quijote) todo era abundancia y jolgorio. Los datos no avalan estas lucubraciones del coahuilense, más aun los datos contradicen tales consejas de propaganda, pero ¿qué importa?, lo del profesor Moreira no son los datos, ni los hechos, sino las imágenes.
“La letra sólo con imágenes entra” dirá para sus adentros este adelantado de los recursos audiovisuales.
Imagino que esto lo habrá aprendido el profesor Moreira durante las horas que dedicó a cursar un diplomado en Sociología Comunitaria Aplicada (así se llama) en la Universidad Iberoamericana, como consigna su currículum.
Gamés no dudó en titular “Sostiene Moreira” su divertida reflexión acerca de la escenificación montada por el profesor en beneficio de chicas y chicos de la prensa y, a través de ellos, para ilustración de los sufridos mexicanos, evocando el título de la muy recomendable novela “Sostiene Pereira” del italiano Antonio Tabucchi. La diferencia es que el Pereira de Tabucchi es sólo un viejo periodista lusitano que sostiene, en el sentido de atestiguar, que tales acontecimientos que son el objeto del relato sucedieron así o asado, en tanto que nuestro mexicanísimo Moreira cuando quiere hablar de los precios de los huevos literalmente los sostiene y eleva (los huevos, por supuesto, no los precios) para educar al pueblo.
Y si Moreira, didáctico el individuo, desea describir cómo elijen a los candidatos en su partido, ¿cuál será el recurso visible y contundente al que recurrirá?, ¿un dedo enhiesto?
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