“Puede que sea el fin del euro” dijo Joseph Stigliz el martes pasado. Stiglitz para todo fin práctico se ha convertido en un chamán mediático, después de haber sido en 2001 – merecidamente y junto con George A. Akerlof y A. Michael Spence – premio Nobel de economía por sus análisis de los mercados con información asimétrica.
En el barrullo de los medios de comunicación la frase de Stiglitz se transformó en: “Predice Stiglitz el fin del euro” – hay redactores que “cabecean” así, con gran desparpajo- y, dado que para algunos de los charlatanes de los medios el profesor Stiglitz es un chamán (“hechicero al que se supone dotado de poderes sobrenaturales para sanar a los enfermos, adivinar e invocar a los espíritus”), el presunto pronóstico se volvió mandato: El euro tiene que estallar.
En realidad Stiglitz comentó, en una entrevista con BBC radio 4, que el programa de ajuste que tendrá que sufrir Grecia le parece demasiado duro. De ahí, el chamán saltó espectacularmente – al diablo la lógica - a que el ajuste será contraproducente y de ahí, otra acrobacia, a que los problemas de Grecia (pariente pobre y chiquito de la Unión Europea) se propagarán por toda Europa. Stiglitz también dijo, para abundar en su eterno enojo hacia el Fondo Monetario Internacional, que el ajuste en lugar de sosegar a los especuladores los irritaría más.
Dicho todo esto sus entrevistadores llevaron al chamán hacia las tablas para rematar la faena: ¿Será el fin del euro?, le preguntaron. Y Stiglitz fue, como noble bestia, tras el engaño: “Sí, podría ser el fin del euro”. Buena tarde; orejas y rabo para las declaraciones.
En el mundo racional, no en el de los chamanes ni en el de los charlatanes, las personas atienden a los datos y a los hechos. Datos y hechos que son, en el caso de Grecia: 1. El ajuste es indispensablemente duro, porque se trata de alinear una economía tremendamente improductiva (Grecia) con un estándar de productividad aceptable, como el de Alemania. 2. El programa de ajuste – aprobado ya tanto por el parlamento griego como por el parlamento de Alemania, cuyos contribuyentes tendrán que poner buena parte de los recursos para el rescate-, es necesario si Grecia quiere seguir en el club del euro. 3. Los griegos, que podrán ser tildados de perezosos pero no de estúpidos, quieren permanecer dentro del club y no volverse unos parias de la economía mundial, y 4. Que se cumpla el programa de ajuste es lo más conveniente para que subsistan el euro y la Unión Europea, y eso es lo más conveniente para el mundo.
Ahora bien, que la salud del euro sea buena para Europa, y para el mundo, no quiere decir que sea buena para quienes podrían obtener cuantiosas ganancias apostando en contra del euro. Por ejemplo, George Soros obtuvo cuantiosos ingresos apostando hace años contra la libra esterlina, podría obtenerlos ahora –él o algunos otros grandes especuladores- si logran matar al euro.
A mí no me escandaliza que haya personajes que lucren apostando en contra de la estabilidad. Así funcionan los mercados. Más aún, si tuviese los recursos – que no los tengo- para entrar en ese juego estaría en estos momentos apostando a favor del euro, porque la experiencia me ha mostrado que la racionalidad paga y paga bien; aunque se tarde, a veces. Y porque detesto a quienes pudiendo ser doctos economistas se vuelven chamanes mediáticos; así como a los charlatanes que, vociferando sandeces, los apoyan.
Para que nos vamos a Europa aquí en México, sobran los chamanes, brujos y mesías de todos los colores y sabores.
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