viernes, 23 de julio de 2010

¿Desconectamos a México, doctor Narro?

“México no merece sufrir”. Estas cuatro palabras enigmáticas las dijo el doctor José Narro, rector de la UNAM, hace unos días cuando le otorgaron la medalla 1808 (lo que suena como marca registrada de tequila glorificado) y debo confesar que me dejaron estupefacto.

La verdad yo no tengo la menor idea de en quién estaba pensando el doctor Narro cuando hablaba así de “México” como de una persona de carne y hueso, que sufre y se acongoja, que goza y se afana, que a veces le duelen las muelas y que un día le saldrán canas. No soy quién para enmendarle la plana al rector de la MCE (Máxima Casa de Estudios), que es como se conoce de acuerdo con los cánones de la corrección política a esa universidad. Sin embargo, me parece un disparate decir que México merece esto o aquello, como si acaso se tratase de una persona que en vísperas – dicen- de cumplir sus 200 primaveras (como dicen los maestros de ceremonias en las fiestas de las quinceañeras) ha llegado a “la edad de merecer”.

Los mexicanos – el gentilicio incluye a todos, del sexo que sean- existen y sufren o gozan, pero ¿México? Esa manía retórica de otorgarle atributos de ser humano a los conceptos abstractos o a las ficciones jurídicas es muy peligrosa. Los Estados Unidos Mexicanos son un ente de razón, con fundamento en la realidad tal vez como decían los aburridos escolásticos, pero no un ser vivo, que sienta, sufra, goce, ame y le crezcan las uñas de los pies. Tal como fue un ominoso ente de razón la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, ya extinta por fortuna.

Pero ya dije que no soy nadie para que se acepten mis incorrecciones, entre otras causas porque no soy un producto terminado y espléndido surgido de la MCE, sino un dubitativo egresado de alguna casita de aprendizaje de dudosa reputación política que, como todas las demás que no sean la MCE, siempre aparecerán disminuidas, desdeñadas, minúsculas, ante la inmensidad pasmosa y pantagruélica de la infalible e intocable UNAM.

Insisto, sin embargo, porque el asunto es más grave que una mera licencia retórica: cuando un doctor en medicina sentencia que un paciente “no merece sufrir” estamos en problemas. Y el doctor Narro es doctor en eso, en medicina. No es, que se sepa, un historiador o un filósofo, ni siquiera un poeta. Es médico y dijo, con ese tono grave que adoptan los médicos para hablar con los parientes del paciente agonizante: “No merece sufrir”.

¿Qué hacemos, entonces, doctor?, ¿desconectamos al paciente del respirador artificial y le dejamos partir?, ¿lo damos de alta de forma que se lo lleven del frío hospital, de la temible sala de terapia intensiva, para que fallezca en su hogar, rodeado acaso de quienes le puedan hacer más llevadero el trance de la muerte?

Que los dioses y pontífices de la MCE sean indulgentes conmigo. Ojalá el médico Narro hubiese ofrecido no sólo un diagnóstico general, sino también la terapia que recomienda. Dejar las cosas así de escuetas, diciendo que el paciente no merece sufrir y que ya urge cambiar (sin especificar si el cambio propuesto es de doctor, de paciente, de medicamento o de tema), hace sospechar que el médico está proponiendo una eutanasia. Y eso duele porque ya la habíamos agarrado cierto cariño a esa abstracción que llamamos México.

1 comentario:

  1. Uy... desatarás la furia unamita nuevamente...

    México sufre.... y el planeta también sufre... y el planeta sufre por el "cambio climático" que trae consigo huracanes "mas frecuentes y poderosos".

    Y tiene que sufrir, porque sin su sufrimiento no habría presupuesto. El que "el planeta" no haya sufrido cuando se extinguieron los dinosaurios y no sufrirá cuando los humanos lo hagamos es lo de menos... y el que los huracanes hayan disminuido en cantidad y en fuerza desde que se publico UNA VERDAD INCONVENIENTE es lo de menos. ¿Quien se va a poner a llevar la cuenta?

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