martes, 30 de octubre de 2018

Lo que nos enseñan las malas noticias

Lección uno: "El peor escenario también debe considerarse factible",

Unas horas antes de que se confirmara la nefasta decisión de cancelar la obra en curso del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México en Texcoco, escuché una fascinante e inteligente previsión (hipótesis) acerca de lo que sucedería. En breve, el alegato fue: "Esto de la consulta popular será sólo una forma del futuro nuevo gobierno para justificar la decisión racional y conveniente, que es continuar con la construcción en Texcoco, sin pagar un alto costo en términos de popularidad ante su base de apoyo más radical".

La previsión me sonó razonable y hasta racional; solemos creer que los seres humanos, siempre que tenemos oportunidad de hacerlo, tomamos decisiones racionales. De ahí que digamos "no hay locos que coman lumbre", "Fulano no es suicida y sabe que hacer eso no le conviene, por lo tanto: no lo hará". En la vida real no siempre funciona esa premisa de la conducta racional. 

Si siempre todos los seres humanos tomásemos nuestras decisiones "racionalmente", y viendo por nuestro propio bien, no habría suicidios, no habría adicciones terriblemente dañinas para los propios adictos, no habría matrimonios fallidos, no habría crímenes pasionales, no habría personas que destrozan su patrimonio, su familia y a sus seres queridos aparentemente sin querer hacerlo...Y todo eso, desde luego, existe.

Así pues, comprobación ex post facto, "a toro pasado": es un error presuponer que las decisiones ajenas siempre serán racionales o incluso razonables. 

Lo posible es posible, aunque nos parezca poco probable.

Lección dos: "Una persona patológicamente narcisista seleccionará como sus más confiables consejeros a quienes le complazcan, nunca a quien sea sea capaz de contradecirle". 

Lo escribió y describió con gran acierto Jesús Silva Herzog Márquez en la frase final del artículo publicado ayer, lunes 29 de octubre, en el diario "Reforma": "Un fanático de sí mismo prefiere ser engañado a ser contrariado".



Por eso, suponer que un líder aquejado de narcisismo patológico escuchará opiniones, advertencias o análisis que pongan en duda sus prejuicios, contradigan sus deseos, o confronten sus aversiones y resentimientos es una mera ilusión. 

De hecho, desde la conformación del círculo de colaboradores más cercanos del líder narcisista se pone en marcha una suerte de "filtro natural" que excluye del grupo a aquellos que muestren un pensamiento independiente, capacidad de observar y deducir por su cuenta y, obviamente, de expresar sin temor y sin ambages lo que consideran correcto y verdadero, aun cuando ello contradiga los deseos, los estereotipos o los prejuicios del líder. 

Por el contrario, en la tarea de formar parte del círculo de colaboradores "confiables" para el líder destacarán aquellas personas de menor integridad moral y de inexistente o endeble honestidad intelectual, proclives a prodigar adulaciones al jefe, hábiles para ajustar su retórica a los lineamientos de quien preside, incluso dispuestos a torcer y retorcer sus conocimientos técnicos (si los tuviesen) y a pervertir su saber para convertirlo en sofismas que satisfagan al líder adicto a sí mismo.

Este es el caso ante el que estamos y ayer, lunes 29 de octubre, quedó de manifiesto para quienes aún nos empeñábamos en ofrecer "el beneficio de la duda" (una frase tan usada y abusada en estos tiempos en México) a quien durante años y en repetidas ocasiones se mostró como lo que es: una persona aquejada de una profunda dolencia moral y emocional (narcisismo) que le lleva a poner su adicción a sí mismo por encima de todo, de absolutamente todo.

De forma rápida los pocos colaboradores y consejeros capaces y, sobre todo, honestos intelectualmente, serán desplazados o ellos mismos se alejarán porque les repugna la mentira y tienen, aún, una autoestima moral que preservar. Al respecto, es muy aleccionador el capítulo X de "Camino de servidumbre" de Friederich A. Hayek que, significativamente, se titula: "Por qué los peores se colocan a la cabeza".

La última y tercera lección es: "Deja de usar el espejo retrovisor para prever lo que hay adelante". 

Una vez que has aprendido con quién tratas y lo que es capaz e incapaz de hacer, dirige la mirada hacia el futuro y aplica ese aprendizaje de inmediato. No caigas en la ilusión de que el adicto mágicamente dejará de serlo o de que, ante la presencia de la droga, actuará racionalmente. 

Tampoco vale la pena perder tiempo, que podrías usar en prevenir futuros riesgos y peligros, en lamentarse o en curarse las heridas pasadas; esas ya cicatrizarán.

Eso es todo, por hoy.

2 comentarios:

  1. Me resisto a creer que haya alguien que nos lleve a pensar que, al final, AMLO será el bueno de la película y borrará su vómito de maldad, su sonrisa que gestualmente significa, ya me los chingué a todos. El tipo no tiene remedio, es Caín, condenado a vivir eternamente para matar eternamente a su hermano Abel.

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