martes, 16 de octubre de 2018

El día que el peluquero interrumpió su relato...

Hace un par de años, en otro sitio, rescaté esta historia magistralmente relatada por Manuel Rivas en "Las voces bajas". Hoy, en tiempos de enconos alentados desde el poder inminente, en días de confusión e incertidumbre, vale la pena volver a rescatarla.
Va:

Un peluquero gallego. Francisco Barrós, tío del escritor Manuel Rivas, combinaba el arte de cortar el cabello con el de la narrativa. Punteaba sus relatos con un abrir y cerrar de las tijeras en el aire, como puntos y aparte - imagino- o como inicio de un nuevo capítulo si la narración era extensa.
Manuel Rivas en "Las voces bajas" cuenta de la única vez que su tío, el peluquero contador de historias, dejo un relato inconcluso. Vean:
"Sólo una vez Francisco Barrós cerró la boca en medio de una historia y no pudo continuarla. En el relato aparecía un momento de terror, cuando unos falangistas irrumpieron de noche en la casa para llevarse al padre, nuestro abuelo de Corpo Santo, con la intención de matarlo. Y entonces el viejo, un desconocido, al que estaba afeitando, soltó:

-- Tal vez yo era uno de ellos...
Añadió con aire fardón, mirando de reojo: <>.

"Y él, Francisco, mantuvo el pulso. Asentó la navaja en el cuero. Recorrió aquel rostro con el filo hasta ultimar la espuma. Le dio dos palmadas de loción, del derecho y del revés. ¡Plis plas!

-- No vuelva por aquí.
-- ¿Cuánto debo?-- dijo el otro sorprendido.
-- Déjelo para las misas de difunto. Falta le hará para salvar el alma."
Uf.

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