Una manera práctica de detectar si una propuesta de política pública es populista es verificar si parte del supuesto de una restricción presupuestal "dura", de una restricción presupuestal "blanda" o del supuesto, fantástico, de que no existe restricción presupuestal alguna.
Los calificativos de "dura" o "blanda" para una restricción presupuestal fueron propuestos por el economista húngaro János Kornai (para información general sobre este economista ver aquí; para el concepto de "restricción presupuestal blanda" ver en este otro sitio ).
Una restricción presupuestal "blanda" es aquella en la que un consumidor, una empresa, un gobierno (o todo un país, incluso), entiende que un exceso de sus gastos respecto de sus ingresos (déficit), puede permitirse - o incluso es deseable- porque hay una instancia externa que solventará indefectiblemente ese exceso.
Ejemplos:
- "No importa. Papá pagará la tarjeta de crédito" (señorito consentido en plena francachela con sus amigos).
- "No importa. El gobierno federal, a través de la SHCP, asumirá los pasivos de la empresa paraestatal, a través de la emisión de deuda pública o de crédito interno" (empresas paraestatales en las épocas de Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo en México).
- "No importa. Obligaremos a nuestros acreedores internacionales a aceptar una 'quita' del principal de la deuda o sucesivas postergaciones del pago de intereses al infinito" (caso Néstor y Cristina Kirchner en Argentina o del primer gobierno de Alan García en Perú).
En varias ocasiones, el señor Andrés Manuel López Obrador, persistente candidato a la Presidencia de México, ha dicho que financiará cuantiosos aumentos en el gasto público gubernamental gracias a los "ahorros" que se obtendrán mediante el combate a la corrupción gubernamental. Él estima esos "ahorros", sin mencionar de dónde obtuvo esa cifra, en 500 mil millones de pesos, sin especificar, tampoco, si se trata de un ahorro no recurrente, de una sola vez, o de ahorros que se generarían cada año (lo cual, desde luego, sería un contrasentido porque una vez erradicada toda corrupción se esfumaría, también, la fuente de donde se obtendrían tales ingresos).
Se trata de la idea fantástica de que cualquier restricción presupuestal desaparecerá al influjo, omnipotente, de un autócrata que dará "el buen ejemplo" de no ser corrupto a todos y cada uno de los servidores públicos, en los tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) y en los tres órdenes de gobierno (federal, estatales y municipales).
Para cualquiera que esté familiarizado con los mecanismos de corrupción salta a la vista que la mayor parte de los ingresos que obtienen los corruptos NO provienen de los presupuestos públicos a su cargo (que suelen tener múltiples y eficaces candados, especialmente en el gobierno federal, ámbito en el que jamás se ha desempeñado López Obrador a pesar de su afición a vivir del dinero público), sino del dinero que individuos y empresas particulares destinan a los mismos funcionarios corruptos - sea de grado o coercitivamente- para obtener permisos, favores, autorizaciones, información privilegiada, concesiones o, también, para no verse obstruidos en el desarrollo de sus actividades legítimas por clausuras, cancelaciones, suspensiones arbitrarias.
Esto significa que la inmensa mayoría de las "ganancias" de la corrupción son extraídas del patrimonio de los particulares, luego entonces los "ahorros" que generaría un más que deseable y urgente combate a fondo de la corrupción en los gobiernos NO engrosarían los presupuestos gubernamentales, sino que aliviarán las estrecheces de algunos presupuestos privados, en el mejor de los casos.
Salta a la vista el engaño.
Con esto en mente, lea ese mal relato de ficción, un folleto rabón, que anda circulando bajo el nombre de "Pejenomics".
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