jueves, 24 de febrero de 2011

Saber preguntar, saber responder

El reportero anunció: “Serían dos preguntas”. En realidad hizo tres preguntas estructuradas de forma confusa. Ahí empezó la comedia de las equivocaciones alrededor de los seis mil pesos mensuales de ingreso.

Todo esto puede saberse a partir de la lectura de la versión estenográfica de la conferencia de prensa que ofreció el lunes pasado el Secretario de Hacienda, y que está publicada en la página de Internet de la propia Secretaría (aquí).

Textualmente la primera pregunta, precedida de un largo circunloquio acerca de las percepciones de “la gente”, fue: “¿Cómo está la situación del país que con 15 mil pesos uno está en el club de los ricos?”.

A toro pasado (cuando todos somos mejores toreros), queda claro que tal pregunta merecía, a lo sumo, una respuesta como la siguiente: “Los datos que usted menciona son incorrectos. Si ese hipotético club de los ricos existiese sería el del 10 por ciento de los hogares mexicanos cuyos ingresos están en el décimo escalón más alto de la distribución del ingreso nacional (un club muy concurrido, por cierto, con más de diez millones y medio de miembros individuales). Según los datos de la encuesta ingreso-gasto de los hogares levantada en 2008, ese diez por ciento de los hogares más ricos, o menos pobres, empieza a partir de ingresos mensuales de 44 mil 349 pesos de 2008. En todo caso, esta conferencia de prensa es acerca del crecimiento del PIB durante 2010, no acerca de la distribución del ingreso. Respecto de su observación, a partir de comentarios recogidos en los portales de Internet, de que ‘la gente’, así en abstracto, ‘no está muy convencida de que el crecimiento económico se esté reflejando en el nivel de vida en sus bolsillos’ (sic), lo único que puedo decirle es que la percepción de cada cual acerca de su propio bienestar es irrefutable: sólo quien trae los zapatos puestos puede decir cuánto y en dónde le aprietan”.

Repito, esto puede concluirse a toro pasado, que es cuando hasta los más torpes podemos presumir que toreamos con algún decoro.

Una respuesta poco afortunada o confusa podría parecer la consecuencia más probable que se deriva de una pregunta impertinente y enredada; lo sorprendente es que haya quien a veces elabore buenas respuestas, a bote pronto, frente a farragosas disquisiciones, en forma de pregunta, que no tienen pies ni cabeza.
En muchas ocasiones vale la pena pedir a los interrogadores que reformulen o repitan sus preguntas debido a que no nos ha quedado claro qué es lo que desean saber. Claro, si es que acaso desean saber algo, porque en ocasiones se trata de encendidos reclamos disfrazados de preguntas, que sólo admiten tres posibles respuestas para no incriminarse: “sí”, “no”, “no sé”.

Otra observación sobre el enredo de los seis mil pesos: No he escuchado o leído hasta ahora la opinión al respecto de algún jefe de familia que, en efecto, perciba un ingreso mensual de sólo seis mil pesos.

Todos, tirios y troyanos, indignados y apenados, defensores y objetores, hemos pontificado con singular denuedo acerca de lo que sienten, viven y perciben dichas familias. Pero absolutamente todos los que opinamos públicamente obtenemos ingresos que están varios escalones arriba de ese escalón, que es más o menos el cuarto, contando de los menores a los mayores ingresos, del conjunto de diez escalones en los que estadística y convencionalmente se acomoda el ingreso nacional.

La voz pública está peor distribuida que el ingreso.

1 comentario:

  1. "cuando hablo de expertos en pobreza me refiero a los pobres no a los políticos"

    ¿algo así está escrito en ortodoxia de chesterton? claro que en nuestra situación "políticos" engloba diputados de oposición, comunicadores, pobretólogos, luchadores sociales, y demás fauna similar.

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