sábado, 2 de enero de 2010

Las mujeres y los paradigmas del trabajo

En los próximos meses las mujeres cruzarán en Estados Unidos el “ecuador laboral”: Habrá más mujeres que hombres con empleo en esa economía, la más poderosa del planeta. Además, en 2010 habrá más mujeres que hombres graduándose en universidades en el conjunto de los países de la OCDE. Estos datos específicos ¿son una victoria para “la causa de las mujeres”? Esa es una de las preguntas inquietantes que ha puesto en circulación el jueves pasado el semanario británico “The Economist”, al dedicar su artículo de portada a desmenuzar hechos, datos y tendencias acerca de la situación laboral de las mujeres en el mundo.

Sin desdeñar estos avances – considérese, por ejemplo, que en 1970 parecía impensable que las mujeres se volviesen el género dominante en las universidades y dentro de la población económicamente activa-, sería ingenuo creer que “la causa de las mujeres” (denominación global para hablar de las llamadas reivindicaciones de género) ha triunfado o que este nuevo panorama está exento de problemas.

Primero: Se trata de tendencias avasalladoras, pero en los países ricos o desarrollados; en otras latitudes las mujeres están lejos de habar avanzado tanto. Segundo: Estos hechos no se traducen automáticamente en mejores salarios para las mujeres como conjunto; las mujeres siguen ganando, en promedio, menos que los hombres en el mundo del trabajo. Tercero: Detrás de esta tendencia están surgiendo graves problemas sociales y culturales: ¿Quién se hará cargo de los niños pequeños?, ¿es deseable que el Estado y los sistemas de instrucción pública se conviertan en la gran niñera?, ¿debe la mujer renunciar al privilegio de la maternidad para poder competir en verdadera “igualdad de condiciones” con el hombre?, ¿qué consecuencias económicas tendrá la cada vez más elevada disminución de las tasas de natalidad, agravada por el hecho de que cada vez más mujeres tienen que elegir entre hogar y desarrollo laboral pleno?, ¿estamos los hombres preparados para desempeñar con calidad y eficiencia el papel de cuidadores del hogar?, ¿estamos dispuestos a que la mujer sea la proveedora económica principal en el hogar?

En países menos desarrollados la situación es un poco diferente y tal vez más grave. Por ejemplo, el 23 por ciento de los jefes de familia en México son mujeres (datos de 2005…y contando). Sin embargo, sólo 38 por ciento de las mujeres en edad de trabajar forman parte de la población económicamente activa, mientras que del total de los hombres en edad de trabajar, el 52 por ciento pertenece a la población económicamente activa.

Este conjunto de desafíos no se solucionan ni única ni principalmente con las llamadas “políticas de género” – que por lo demás suelen arrojar resultados más retóricos que efectivos-, sino con paradigmas laborales muchísimo más flexibles (trabajo desde el hogar, horarios abiertos, evaluación de la productividad por resultados más que por rutinas cumplidas, eliminación de restricciones de edad y de residencia para el trabajo) que se traduzcan en legislaciones laborales que le den más poder y oportunidades a los individuos y se lo quiten a organizaciones e intermediarios, como los sindicatos tradicionales.

En todo caso si el siglo XXI ha de ser, según dicen, el siglo de las mujeres, debemos prepararnos desde hoy para resolver los desafíos – morales, sociales, culturales y económicos- que esa tendencia generará.

Por lo pronto, machos: absténganse o dejen de serlo.

1 comentario:

  1. Tocas un tema muy importante al hablar sobre el cambio cultural que representa la incorporación masiva de las mujeres a la vida laboral. ¿Estamos dispuestos como sociedad a sacrificar el cuidado de nuestros niños por el "desarrollo" de las mujeres? Interesantes tus propuestas como la de evaluar por resultados y no por rutinas cumplidas.

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