He entrecomillado la frase “máquina de impedir” porque fue precisamente la frase que utilizó Néstor Kirchner, el poder tras la presidenta argentina, Cristina Fernández, quien “casualmente” es su esposa, para lamentar que él y su cónyuge no pueden hacer lo que quieren al no contar con una mayoría absoluta y dócil a sus caprichos y ocurrencias en el legislativo y en el poder judicial.
Fue el 19 de diciembre pasado cuando Kirchner recurrió a la metáfora de la “máquina de impedir” sin el menor empacho, en un discurso que merece figurar en una antología del populismo cursi y arrogante que caracteriza en Argentina a ese envilecimiento de la institucionalidad democrática que se conoce como “peronismo”. Y cito al propio Kirchner:
“Si ahora triunfa la máquina de impedir se nos cae el trabajo y volvemos a situaciones espantosas como las que vivimos en 2001”.
Y otro párrafo de antología de la perorata del horror populista de Néstor Kirchner:
“Queridos, es difícil. Un día como hoy con el corazón en la mano les dije que no iba a dejar las convicciones y las ideas en la puerta de la Casa Rosada. Creo haberlo hecho, con fuerza y con pasión. Me tocó una Argentina que estaba en llamas. Quiero agradecer dos cosas: una a mis pibes, siempre ahí soportando el agravio y el insulto. Y a mi compañera, la presidenta coraje”.
El matrimonio Kirchner acababa entonces de dar otra muestra de por qué odia la “máquina de impedir”: Con total desprecio de la ley y de las instituciones democráticas, la presidenta decorativa (es el “adorno conyugal” tras el cual Néstor manda sin freno) pretendió el 14 de diciembre que el banco central de Argentina usase más de 6 mil millones de dólares de las reservas para pagar deudas del gobierno cuya vencimiento es inminente. Por supuesto, el presidente del banco central autónomo, Martín Redrado, se negó. Simplemente porque la ley – sí, esa formidable “máquina de impedir”- le prohíbe a Redrado complacer tales deseos disparatados del gobierno. No es un asunto de diferencia de pareceres políticos o de simpatías o antipatías ideológicas o partidistas. Es un asunto de respetar la ley o de burlarse de ella. Redrado la respeta. El matrimonio Kirchner, la burla.
Por fortuna no sólo el presidente del banco central argentino honró su juramento de cumplir y hacer cumplir la ley, también lo hizo el poder judicial: Ayer viernes 8 de enero, María José Sarmiento, jueza federal en lo contencioso administrativo, frenó la pretensión de los Kirchner de disponer de las reservas. Y recordó otro precepto legal, que el matrimonio Kirchner desdeña y pretende burlar escandalosamente: La Constitución argentina señala que el Poder Ejecutivo Nacional no podrá “en ningún caso, bajo pena de nulidad absoluta e insanable, emitir disposiciones de carácter legislativo”. Eso es precisamente lo que hizo la presidenta Cristina Kirchner al pretender “legislar” qué uso se le debe dar a las reservas del banco central.
Si la ley es vista por los tiranuelos como una odiosa “máquina de impedir”, ¡bendita máquina de impedir, que nos protege de los déspotas!
Por eso, se dice que hay dos grandes realidades que dan fundamento a la democracia y que ambas se escriben con la letra inicial “L”: Libertad y Ley.
No, señor Medina. No es la L ni la otra L. Es la BS. La Buena Suerte... de que por esta vez Redrado no haya querido someterse a los Kirchner.
ResponderEliminarPero la BS es temporal. Birján dixit. Mañana que se venga el nuevo corralito y la nueva crisis, mañana cuando Kircher culpe a Redrado y al perverso legalismo neoliberal enemigo de los pobres, mañana cuando Hugo Chávez dé su apoyo a Kirchner e infiltre agitadores, mañana cuando el pueblo esté furioso contra Redrado... mañana, señor Medina, mañana se cambian las leyes, echan a Redrado, los Kirchner ponen a su monigote... y, listo, tan-tán, vénganos toda esa lana que Redrado no quería soltar. Fin de la BS. Ahora empieza la MS.
La solución vedadera la conocen muy bien los liberales: abolición de los bancos centrales y libre emisión de moneda. Pero no... los (pseudo)liberalitos no se atreven. Es que también tienen su corazoncito y apiran a la grande: a estar en el gobierno. Por eso se aferran a su rollo bonito de la L y la otra L.
Pobre liberalismo. Y pobre pueblo.
Señor Gilmore: Hasta para abolir los bancos centrales y permitir la libre emisión de moneda (algo que, sospecho, usted no entiende lo que significa) se necesita de la Ley y, obvio, de la Libertad.
ResponderEliminarAhora, si usted quiere inaugurar (ilusoriamente, por lo demás) una nueva escuela triple A (Anarquismo Azaroso Adocenado) con sus opiniones, le deseo, ¿qué más?, ¡muy buena suerte!
Caramba, no se enojen. Por acá tenemos la suerte de tener un banquero central que dudo que se someta a los caprichos del Presidente. Allá los pobres argentinos que eligieron al dúo dinámico, así como los venezolanos optaron por Chávez y nosotros por un pelito nos salvamos de López. Eso sí es buena suerte amigos.
ResponderEliminarEsa expresión “la Máquina de Impedir” fue acuñada por un gran liberal argentino; Emilio Perina para referirse a la acción del Estado en un régimen de dirigismo económico que dificulta el hacer cosas, obstaculizando todos los emprendimientos innovadores y creadores e impidiendo el desarrollo económico. Fué luego adoptada entusiastamente por Bernardo Neudstad que la popularizó al repetirla hasta el cansancio. Es propiamente una expresión liberal.
ResponderEliminarSi los Kirchner conocieran el origen de esta frase la evitarían más que a Menem. Pero son tan ignorantes como para adoptar una expresión cuyo origen y sentido les repugnaría.
Luis Nicastro
La maquinita de impedir se anda desvielando.
ResponderEliminarPredicción de Benegas Lynch: El banco central independiente "se equivocará independientemente".
Traducción: la máquina de impedir no impedirá nada.
Veremos qué cara ponen RMM y demás (pseudo)liberales cuando eso suceda.
... y finalmente se desvieló
ResponderEliminarCaray, voy que vuelo para profeta. A ver si un día de estos aprendo economía...