domingo, 20 de diciembre de 2009

Un juego hermoso y arriesgado

Eso es la vida.

No lo digo yo, lo dejó escrito, y dicho, Jorge Luis Borges. Tenía razón: Gran parte de la hermosura de la vida radica en la dosis de riesgo que conlleva vivirla de a de veras. Quien no esté dispuesto a tomar su porción de incertidumbre se negará muchos de los verdaderos goces de la vida.

Borges escribió el soneto “Remordimiento”, que vale la pena citar en extenso no sólo porque es bueno leer buena poesía en sábado, sino porque me parece que contiene valiosas enseñanzas para quienes, en los mercados financieros, tanto hablan en estas épocas de crisis de que se ha incrementado “la aversión al riesgo”.

Veamos y leamos:

“He cometido el peor de los pecados
Que un hombre pueda cometer. No he sido
Feliz. Que los glaciares del olvido
Me arrastren y me pierdan, despiadados.
Mis padres me engendraron para el juego
Hermoso y arriesgado de la vida,
Para la tierra, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida
No fue su joven voluntad. Mi mente
Se aplicó a las simétricas porfías
Del arte que entreteje naderías.
Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado.
La sombra de haber sido un desdichado.”


Hasta ahí Borges. Volvamos ahora a la noción de “aversión al riesgo” y a las opiniones, un tanto ligeras, de que los inversionistas y emprendedores se han vuelto en medio de la crisis más cautelosos, más desconfiados, temerosos, pues. ¿Será que aumentó la aversión al riesgo o que ahora vemos con mayor claridad riesgos que antes, en la euforia, nos habían pasado desapercibidos? Nótese que son cosas distintas. No es que antes fuésemos más desaprensivos y quisiésemos arriesgar nuestro dinero sin el menor cuidado, sino que antes veíamos como seguras inversiones que, ¡ay, sorpresas te da la vida!, resultaron menos seguras de lo que nos dijeron (ahí les hablan a las calificadoras con sus arrepentimientos tardíos) o de lo que creíamos. Dicho en breve: No somos más miedosos hoy, estamos un poco mejor informados de los riesgos de los que lo estábamos antes.

Lo malo es cuando, en el afán de evitar pánicos y corridas de inversionistas y ahorradores, los gobiernos emprenden medidas de rescate que aumentan lo que los entendidos llaman “moral hazard” o riesgo moral, es decir: incrementan la pedagogía de la irresponsabilidad. Tal ha sucedido ahora con el rescate que los Emiratos Árabes Unidos, a través del poderoso emirato de Abu Dabi, han hecho de inversiones estrictamente privadas en Dubai. Mala cosa. Dejen que aprendamos de los errores, dejen que quiebre quien haya de quebrar. No nos escatimen el “juego hermoso y arriesgado de la vida”.

Otro tanto podría pasar con Grecia y sus finanzas públicas en rojo (alrededor de un 12 por ciento de déficit fiscal). Si la Unión Europea “salva” a Grecia, pretextando que de no hacerlo se desencadenarán reacciones de pánico en cadena, entre otras cosas porque Grecia es sólo un caso notorio de desaguisado fiscal, pero hay varios más en la región, empezando nada menos que con el Reino Unido, España y otros, sólo hará una fuga hacia delante, pospondrá la hora de la verdad…, y la hará más dolorosa.

No se ha inventado la forma en este vida de eludir los costos; se pueden posponer o trasladar tramposamente a otros que ni los deben ni los temen (los contribuyentes del futuro) pero no se pueden dejar de pagar.

A la larga, sospecho, estos rescates nos harán no sólo un poco más irresponsables, sino un poco más desdichados. ¿Usted qué opina?

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